Lo positivo, en todo caso, es que a diferencia del pasado Bolivia tiene hoy los recursos para una intervención estatal a gran escala (¿por qué no destinar una parte de las reservas a una revolución de la salud?); lo negativo es que el debate es escaso. Los planes anunciados por el viceministro de Salud, Martín Maturano, son positivos pero están lejos de representar un “gran salto adelante” en el tema salud
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