
La “nacionalizada” compañía estatal de transporte de hidrocarburos de Bolivia está pagando una onerosa factura al haber otorgado millonarias concesiones al consorcio Enron-Ashmore-Shell, que la exprimió por más de una década y la dejó con deudas millonarias. Hoy, casi todas las ganancias de la empresa se destinan al pago de las obligaciones de las petroleras extranjeras y ya no hay dinero para nuevas inversiones de mil millones de dólares que se precisan con urgencia.
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